martes, 11 de octubre de 2011

Cuando vender alcohol no es negocio


Esta nota publicada en la Revista Mercado muestra un panorama distinto de lo que acostumbramos a experimetar en algunos países sudamericanos. Aparentemente no es tan fácil implementar la venta de alcohol (una de las causas de los accidentes de tránsito entre los más jóvenes) en los Estados Unidos pues obtener una licencia conlleva una serie de restricciones y contempla especialmente la prohibición de vender alcohol a menores de veintiun años.

Nota completa:

Algunas cadenas de comida rápida en Estados Unidos han decidido incluir alcohol en sus menúes para atraer a más clientes. Pero esta inclusión no significa mayores márgenes de ganancias sino nuevos dolores de cabeza.

En estos meses duros para la economía norteamericana, algunas compañías de comida rápida han optado por incluir alcohol en sus menúes. Pero esta inclusión, que algunos ejecutivos consideraban iba a traer amplias ganancias y atraer nuevos consumidores, les está trayendo problemas.

Los restaurantes “rápidos”, que se especializan en comidas rápidas para consumir durante el día, incluyen a grandes cadenas como Starbucks, Sonic and Guy & Gallard, Pret a Manger y Burger King. Todos ellos incluyeron, de alguna manera u otra, especiales con alcohol en los últimos meses. Burger King, por ejemplo, incluyó el año pasado la posibilidad de comprar cerveza en sus Whooper Bars, una versión más cara del clásico drive-in. Starbucks hizo lo suyo ampliando su menú de café para incluir vino en cinco sucursales.

¿Por qué? Porque, según explican los analistas de restaurantes, el margen de ganancias en la venta de alcohol es muy grande. En estos tiempos duros para la industria gastronómica es de esperarse que intenten diferentes estrategias para atraer consumidores.

Sin embargo, no son pocas las cadenas que admiten que el cambio de menú ha traído nuevos desafíos. Aparentemente, los consumidores no piensan que el cabernet que ofrecen algunos de estos establecimientos vaya bien con sus hamburguesas. La logística para lograr que el alcohol llegue a la mesa también es complicada: hay que obtener permisos para vender, re-entrenar a los empleados, desacelerar el rápido proceso de venta para mirar las identificaciones y, claro, rediseñar las sucursales para incluir un lugar especial para la venta de alcohol. Es que los servicios de comida rápida no fueron diseñados para ser bares.

Otro problema es la edad promedio de los trabajadores de estos establecimientos. La mayoría tiene menos de 21, la edad legal para consumir alcohol en Estados Unidos. Si las autoridades que regulan la venta de alcohol perciben alguna irregularidad, las multas podrían ser severas. Por eso Sonic, una cadena de comida rápida, tuvo que contratar seguridad privada en su local de Florida para mantener lejos a los adolescentes en busca de alcohol.

¿Vale todo el esfuerzo? Las experiencias hasta ahora no son muy positivas. Los consumidores eligen estos establecimientos por la comida y por el servicio, no por la bebida. Están acostumbrados a eso. El ejemplo de Burger King y sus bares Whooper sirven para ilustrar la situación de todo el sector: a meses de abrir su sucursal en Times Square, el corazón de Manhattan, todavía no pudieron conseguir una licencia para vender alcohol. El negocio del alcohol, entonces, no siempre es negocio.

Fuente y Foto: Revista Mercado

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