miércoles, 11 de julio de 2007

Niños a bordo



Las sillas para transportar niños aparecen en el mercado a partir del año1950 pero, como un dispositivo accesorio relacionado con el confort, permitiéndole a los más pequeños ver a través de las ventanillas.

A partir del año 1980, las butacas infantiles comienzan a fabricarse pensando en que podían prevenir lesiones frente a una colisión.

Estos sistemas de seguridad y protección, fueron desarrollados interpretando la anatomía del niño, su crecimiento y las características propias del comportamiento infantil. Actualmente son simples y utilizadas correctamente, proporcionan gran inmovilización y sujeción, siendo un método confiable en términos de seguridad pasiva.

Los niños que no utilizan cinturones de seguridad o sillas de transporte, presentan mayor probabilidad de padecer graves lesiones y de ser expulsados del habitáculo del automóvil en caso de colisión.

Las lesiones craneoencefálicas son las más frecuentes en los niños no sujetos, razón que se sustenta en su propia anatomía.

La utilización correcta de los sistemas de seguridad, recuce en un 70% el riesgo de muertes en lactantes y en un 54% entre niños de 1 a 4 años.

En contrapartida, las lesiones que sufren los niños sujetados adecuadamente se circunscriben a lesiones menores, abrasiones, laceraciones y contusiones exceptuando si existe intrusión de elementos, impactos con objetos que se desplazan dentro del mismo habitáculo y lesiones por airbag.


Los bebés y los niños presentan durante su crecimiento y desarrollo cambios muy rápidos de peso, talla y proporciones del cuerpo, tienen medidas antropométricas muy diferentes al promedio de los adultos para los que se diseñan los sistemas de seguridad.

Los lactantes tienen la cabeza desproporcionadamente grande y su centro de gravedad muy alto y por arriba de su ombligo. Su cuello es corto y el sostén cefálico relativamente deficiente. Las estructuras cervicales son débiles y la cintura escapular está poco desarrollada.

Los órganos intraabdominales (hígado, bazo y riñones) están menos protegidos y más expuestos que en los adultos, la pelvis ósea cubre menos la vejiga, quedando los órganos en situación altamente vulnerables frente a una colisión.
Por eso los cinturones tienen que ser especiales, no pueden sujetarse con los de los adultos.

Los niños no deben viajar en el asiento delantero pues si el vehículo tiene el sistema airbag para el acompañante, la bolsa de aire se infla con fuerza (200 km/h) pudiendo producir heridas de gravedad e incluso la muerte en caso de impacto. Por otro lado, si el niño va mirando hacia atrás, la situación no es mejor, pues el airbag puede impulsarlo contra el respaldo del asiento, causándole un impacto de extrema violencia.

Se debe sujetar correctamente la silla especial con el cinturón del asiento trasero del automóvil, convirtiéndose a este dispositivo, por solidaridad, en una sola unidad para que, ante un impacto, no resulte ser eyectada. Los tests de impactos han determinado que la posición de mayor protección para transportar menores de un año es en sentido opuesto a la marcha del vehículo. La ubicación ideal de los niños más robustos es en el centro del asiento trasero y mirando hacia adelante.

La protección de los niños pasajeros debería comenzar por un conjunto de normas y leyes eficaces, que concienticen a los responsables de su seguridad. Los niños cuando viajan en automóvil deben usar sistemas de sujeción apropiados para su edad ya que, no utilizarlos, los expone a padecer lesiones y muertes evitables.

Seguiremos desarrollando este tema en futuras publicaciones.

Fuente: Dres. Jorge A. Fiorentiino y Fernando D. Huaier (CCPM)

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