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martes, 31 de agosto de 2010

Valores para la vida y para la conducción


Los accidentes de tránsito afectan la salud física, psíquica y anímica de una gran cantidad de argentinos, de ahí que no podemos dejar de insistir sobre la necesidad de revertir esta situación tan angustiante.

Numerosas campañas que se han desplegado a partir de los medios de comunicación, de las entidades de bien público, de los organismos estatales, parecería que no han sido ni son suficientes para lograr el fin perseguido.

Muchos expertos y estudiosos de las causas de los accidentes de tránsito destacan como prioridad la Educación Vial para todos pero especialmente para los niños en edad escolar y ahí es donde juegan un rol muy importante los docentes que tienen una misión fundamental como agentes de prevención y son, a mi entender, el nexo que une a toda la comunidad educativa, incluyendo por cierto a directivos, supervisores y padres.

Son muchas las herramientas que se han elaborado para ayudar al trabajo en el aula, herramientas que contienen elementos teóricos básicos como la identificación y conocimiento de las señales viales por ejemplo.

Pero los docentes tienen en sus manos la delicada tarea de complementar la teoría con la práctica, toda la comunidad educativa la tiene porque la escuela posibilita la formación integral del hombre y la mujer y vela porque se realicen como personas en las dimensiones social y ética para que lleguen a ser ciudadanos responsables, protagonistas críticos, transformadores de la sociedad en la que viven y defensores de las instituciones democráticas. La educación vial en este sentido está inserta dentro de la Educación en Valores porque lo que está en juego a la hora de conducir un vehículo, es ni más ni menos que la vida humana, un valor básico y fundamental.

La formación de la conciencia apunta a que los seres humanos vayamos madurando en el ejercicio de la libertad de elección, haciendo que ejecutemos actos plenamente humanos pero apoyados en los límites que necesariamente debe tener el ejercicio de la libertad.

Aquéllo de que mis derechos terminan donde comienzan los de los otros es algo que hoy no se ve muy frecuentemente dado el intenso individualismo del que se ha impregnado la sociedad toda. Individualismo que nos han querido "vender" como una condición para ser libres y sin educarnos para reconocer que todo debe tener un límite. Y así fuimos haciendo nuestro camino quienes ya somos adultos, navegando entre la necesidad de reconocernos libres, respetados, dignos pero sin la responsabilidad necesaria para que, aquéllo que exigimos de los demás, sea una conducta que nosotros practicamos.

Tampoco nos insistieron demasiado para que aprendiéramos a reconocer que cada acto humano tiene sus consecuencias y que debemos hacernos cargo de ellas. Así vemos como quien transgrede una norma piensa que está actuando libremente y no es así, porque las normas sirven para crear un orden elemental para hacer posible la convivencia de modo tal que si la transgredimos nos engañamos y ponemos en riesgo la necesaria organización social en la que estamos contenidos.

La prevención de los accidentes de tránsito requiere de una acción total sobre todas las dimensiones del ser y el hacer humano y para lograrlo hay dos caminos, el personal y el comunitario.

Dentro del quehacer personal se encuentran todas las iniciativas destinadas a concientizar y educar a las personas, como puede ser la Educación Vial y dentro de la comunitaria encontamos la responsabilidad que tienen las autoridades de hacer cumplir las leyes, ya que es el único método eficaz para combatir y reducir los accidentes de tránsito y así como se exige el rigor en las sanciones a quienes transgreden la ley, deberían implementarse ciertos beneficios para quienes la respetan como por ejemplo, reducirse el costo de los seguros, o de la revisión técnica periódica y obligatoria o extender en el tiempo el permiso para conducir.

Si fueren necesarias reformas para sancionar más contundentemente a quienes transgreden la ley y ocasionan accidentes, deberían realizarse a la brevedad y los ciudadanos deberíamos reclamar ante los legisladorespara que se dediquen a legislar para los ciudadanos en lugar de ocuparse de ver quién tendrá el poder en el futuro.

Si circulamos por cualquier calle o avenida de Buenos Aires podemos comprobar a simple vista el deterioro que tienen veredas y asfalto, lo mal sincronizados que están los semáforos y la ausencia de éstos en lugares estratégicos.

Es común también verificar la presencia de personal policial en algunas calles que no están atentos a las infracciones que cometen algunos conductores o directamente no tienen interés en corregir, dentro de lo que les compete, alguna situación inconveniente.

Si observamos entonces muy atentamente a nuestro alrededor, podremos constatar que existen escollos de todo tipo pero por alguno hay que comenzar a cambiar el clima de anarquía en el que vivimos, cambiar a partir de la educación será una tarea a largo plazo pero que debe comenzar ya para poder equilibrar los derechos y libertades de la comunidad con la labor que realizan las fuerzas de seguridad, dentro de los límites que marca la Constitución Nacional.

¿Será necesario aumentar el personal policial y de seguridad? ¿Será necesario encarar campañas de educación vial en forma permanente? la respuesta es sí, pero también se necesita profundizar los cursos y exámenes para otorgar la licencia de conducir, concretar un programa de mantenimiento, mejorar y ampliar la red vial urbana, suburbana y rural ya que su mal estado provoca un gran número de accidentes, etc, etc.

Pero no es solamente una tarea que debe hacer el estado, nos compete a todos los ciudadanos porque todos podemos contribuir en algo mejorando nuestra conducta, corrigiendo a otros conductores cuando vemos que están cometiendo una transgresión, advirtiendo a ese policía que se hace el distraido cuando ve a alguien que está mal estacionado por ejemplo, en fin, la tarea es ardua, larga y profunda pero vale la pena cuando pensamos que con cada actitud que cambiamos para mejorar es un accidente que evitamos o una vida que salvamos.

De todos modos accidentes siempre habrá pero por lo menos, busquemos que se reduzcan porque si no cambiamos nosotros, nada cambiará y lo que es peor, se agudizará.

Todo lo antes dicho se podrá realizar teniendo como mediadora a la humildad, una virtud que hace a los seres humanos capaces de pensar en el otro, de dar y recibir, de asentir o disentir con respeto y de ponernos en el lugar del otro para comprender y aceptar que todos podemos aprender de todos.
Texto: María Inés Maceratesi
Bibliografía: Ley Nacional de Tránsito, Seguridad Vial ONU, Seguridad Vial OSM

lunes, 4 de enero de 2010

Accidentes viales, cuestión de equilibrio humano


Las noticias sobre los accidentes viales siguen sucediéndose a diario, todas las mañanas al encender la radio o el televisor, podemos ver imágenes horrorosas de choques entre automóviles, motos, camiones. Estos accidentes se cobran un número considerable de vidas humanas y los que sobreviven a los mismos, quedan con importantes secuelas físicas a las que se deben agregar los traumas psíquicos producidos por los impactos.

Las avenidas y autopistas se han convertido en trampas mortales en las cuales, y en cualquier momento, cada persona puede ser una posible víctima, tanto si se trata de un transeúnte como si se viaja en autobus, en taxi o simplemente con el propio automóvil.

En estas condiciones, salir a la calle o a la ruta ya no es un placer que nos llevará a nuestro destino, sino que se convierte en un episodio que querríamos, a toda costa obviar, porque nos produce una gran angustia y ansiedad.

Ya no basta con cuidarnos, con reducir la velocidad, con usar todos los dispositivos que hacen a la seguridad dentro del auto, no basta con respetar las normas de circulación, nada es suficiente, la pregunta es ¿qué nos está pasando a los seres humanos que le damos tan poco valor a la vida?.

Personalmente me pregunto si los planes de educación y seguridad vial estarán abordando todos los temas que sería necesario abordar porque, ¿de qué sirve que una persona se interiorice de todos los requisitos indispensables para evitar accidentes si no está dispuesta a cumplirlos?.

Y estas preguntas me interpelan a diario:

¿Cómo y de qué manera habría que encarar una acción que despierte a las personas y les haga entender que cuando reciben su registro de conducción están asumiendo un compromiso consigo mismos y con los demás?.

¿Por qué los argentinos somos tan indisciplinados y tan reacios a cumplir con normas y leyes que están hechas para ordenar el tránsito?

¿Por qué los policías que están en algunas calles y ven las infracciones que cometen conductores y peatones hacen como si no vieran nada?.

Somos una sociedad ecléctica y esquizofrénica, necesitada de curación, necesitamos curarnos de la indiferencia, de la arrogancia, de la omnipotencia, de la transgresión y de muchas otras calamidades para entender la fragilidad de la vida, para entender que cuando la vida se desprecia y se subestima, se nos impone con toda su fuerza y nos da una gran cachetada que, en el mejor de los casos, nos hará tomar conciencia de su valor y en el peor, la habremos perdido y habremos dejado huérfanos a familiares y amigos que vivirán por siempre con un dolor profundo.

La orfandad es otro de los males de nuestro tiempo, vivimos como si no tuviéramos raíces, apurados, tratando de llegar más rápido no sabemos a dónde ni porqué ni para qué, ya que una vez llegados a la meta elegida, seguimos corriendo.

Esta sociedad está necesitando adquirir elementos de reflexión, parar un poco la acción y tomar elementos de la filosofía de la lentitud.

Quizá necesitemos incluir en los equipos que se ocupan de la educación y seguridad vial para adultos, un filósofo, un psiquiatra, un psicólogo, necesitamos que nos sacudan y nos encausen por la senda recta, estamos muy torcidos, como aquéllas plantas a las que, si dejamos crecer sin un tutor, se desparraman para cualquier lado y pierden su forma. Estamos perdiendo lo esencial al ser humano, lo que nos hace humanos, estamos perdiendo la razón y las razones que nos rigen son tantas y tan caóticas que no sabemos qué hacer ni cual cumplir.

Se me ocurrió realizar esta reflexión luego de la serie de accidentes de tránsito que se han producido en todo el país y pensaba que ojalá tengamos la intención de incluir en nuestro equipaje algunas cosas que no se ven pero juegan un papel importante a la hora de salir a la ruta o a la calle.

Respeto
Tolerancia
Paciencia
Solidaridad
Comprensión
Tranquilidad
Responsabilidad
Buenos modales
Pensar en el otro

y quitemos del equipaje aquéllos que no nos servirán para nada:

Ira
Cólera
Malos modos
Intolerancia
Arrogancia
Petulancia
Competitividad
Irresponsabilidad
Ansiedad

Me molesta que a veces debamos ser tratados como niños, que nos tengan que retar, multar y castigar para educarnos pero reconozco que a veces es necesario; aún así nos rebelamos porque creemos no merecernos un trato hostil.

Ojalá maduremos y así quizá, siendo adultos responsables, lleguemos a conformar una sociedad madura y respetuosa de todos y cada uno, con menos accidentes viales, con menos inseguridad, con más justicia y equidad, una sociedad en la cual todos tengamos bien en claro cuales son nuestros derechos pero también cuales son nuestras obligaciones.

Texto: María Inés Maceratesi