El GLP es un combustible líquido que resulta de la mezcla de un 60% de gas natural y un 40% del refino del petróleo. También conocido como gas licuado vehicular (GLV) -distinto del gas natural vehicular o GNC- es el combustible alternativo más utilizado del mundo. El secreto de su éxito se debe a sus diversas ventajas, según la Asociación Española de Operadores de Gases Licuados del Petróleo (AOGLP):
•Menos contaminante: emite menos gases y partículas nocivas, en especial frente a un vehículo diésel, está exento de compuestos como el azufre y el plomo, disminuye los niveles de ruido en un 50% y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en un 15% con respecto a la gasolina.
•Más económico: el autogás reclama un mayor consumo, pero al ser un 50% más barato que la gasolina convencional, el gasto cada 100 kilómetros se reduce entre un 30% y un 40%. Se notan menos las oscilaciones del petróleo. Se prevé que en los próximos años su precio seguirá bajo, a diferencia de la gasolina o el gasóleo. También se ahorra en mantenimiento, ya que su combustión no deja residuos y sufre menos averías. Ahora bien, su uso conlleva una pequeña pérdida de potencia, que en los motores medianos apenas se percibe.
•Seguro: sus riesgos son comparables a los de otros carburantes. En caso de una eventual fuga de gas, se detecta de manera rápida por el olfato gracias a un elemento odorante que se agrega. No obstante, en Francia, algunos aparcamientos subterráneos impiden el estacionamiento de estos vehículos, porque en caso de fuga el gas se acumula en el suelo.
Cómo utilizar autogás
Casi cualquier vehículo de gasolina (no así de diésel) puede utilizar GLP. Los coches con autogás son bifueles, ya que funcionan con uno u otro tipo de combustible, una opción que puede variar sobre la marcha.
La instalación consiste en una serie de modificaciones técnicas y en ubicar un depósito adicional en el lugar de la rueda de repuesto. Se pierde espacio en el maletero, pero los nuevos depósitos cuentan con diseños que aprovechan mejor el espacio. Algunas marcas ya fabrican vehículos específicos para GLP: Volvo comercializa en Suecia modelos con el tanque de autogás ya integrado en el vehículo, con una autonomía superior a 1.000 kilómetros sin prescindir de la rueda de repuesto.
La adaptación cuesta entre 1.800 euros y 2.000 euros, pero el Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Eficiencia (IDAE), a través de las comunidades autónomas, otorga subvenciones que pueden llegar a cubrir esta inversión en el caso de los vehículos nuevos y ascienden a 450 euros, en el caso de los ya matriculados. Los coches adaptados no pierden la garantía del fabricante.
Algunos concesionarios disponen de diversos modelos de varios fabricantes preadaptados de fábrica y se espera que cada vez sean más. En cuanto a la adaptación de un vehículo de gasolina ya en uso, en principio, cualquier taller está homologado para realizar el trabajo. No obstante, la AOGLP recomienda acudir a los talleres autorizados cuyo listado publica en su web
Los defensores del GLP reconocen que en España se ha generado un círculo vicioso: como no se ha incentivado, hay pocas estaciones de servicio, que a su vez han condicionado a los consumidores que querían utilizarlo. Se estima que no hay más de 3.000 vehículos preparados y las estaciones de servicio con GLP no llegan a la cincuentena. Todas las comunidades autónomas, salvo La Rioja y Extremadura, tienen estaciones de servicio, según la AOGLP. Cataluña con ocho, Madrid con siete y Andalucía con cinco son las comunidades con mayor número de estos establecimientos.
No obstante, el empuje que las instituciones quieren darle a esta tecnología apunta a que cada vez habrá más vehículos y estaciones para repostar. Algunas estimaciones
El GLP en el mundo y España
•Menos contaminante: emite menos gases y partículas nocivas, en especial frente a un vehículo diésel, está exento de compuestos como el azufre y el plomo, disminuye los niveles de ruido en un 50% y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en un 15% con respecto a la gasolina.
•Más económico: el autogás reclama un mayor consumo, pero al ser un 50% más barato que la gasolina convencional, el gasto cada 100 kilómetros se reduce entre un 30% y un 40%. Se notan menos las oscilaciones del petróleo. Se prevé que en los próximos años su precio seguirá bajo, a diferencia de la gasolina o el gasóleo. También se ahorra en mantenimiento, ya que su combustión no deja residuos y sufre menos averías. Ahora bien, su uso conlleva una pequeña pérdida de potencia, que en los motores medianos apenas se percibe.
•Seguro: sus riesgos son comparables a los de otros carburantes. En caso de una eventual fuga de gas, se detecta de manera rápida por el olfato gracias a un elemento odorante que se agrega. No obstante, en Francia, algunos aparcamientos subterráneos impiden el estacionamiento de estos vehículos, porque en caso de fuga el gas se acumula en el suelo.
Cómo utilizar autogás
Casi cualquier vehículo de gasolina (no así de diésel) puede utilizar GLP. Los coches con autogás son bifueles, ya que funcionan con uno u otro tipo de combustible, una opción que puede variar sobre la marcha.
La instalación consiste en una serie de modificaciones técnicas y en ubicar un depósito adicional en el lugar de la rueda de repuesto. Se pierde espacio en el maletero, pero los nuevos depósitos cuentan con diseños que aprovechan mejor el espacio. Algunas marcas ya fabrican vehículos específicos para GLP: Volvo comercializa en Suecia modelos con el tanque de autogás ya integrado en el vehículo, con una autonomía superior a 1.000 kilómetros sin prescindir de la rueda de repuesto.
La adaptación cuesta entre 1.800 euros y 2.000 euros, pero el Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Eficiencia (IDAE), a través de las comunidades autónomas, otorga subvenciones que pueden llegar a cubrir esta inversión en el caso de los vehículos nuevos y ascienden a 450 euros, en el caso de los ya matriculados. Los coches adaptados no pierden la garantía del fabricante.
Algunos concesionarios disponen de diversos modelos de varios fabricantes preadaptados de fábrica y se espera que cada vez sean más. En cuanto a la adaptación de un vehículo de gasolina ya en uso, en principio, cualquier taller está homologado para realizar el trabajo. No obstante, la AOGLP recomienda acudir a los talleres autorizados cuyo listado publica en su web
Los defensores del GLP reconocen que en España se ha generado un círculo vicioso: como no se ha incentivado, hay pocas estaciones de servicio, que a su vez han condicionado a los consumidores que querían utilizarlo. Se estima que no hay más de 3.000 vehículos preparados y las estaciones de servicio con GLP no llegan a la cincuentena. Todas las comunidades autónomas, salvo La Rioja y Extremadura, tienen estaciones de servicio, según la AOGLP. Cataluña con ocho, Madrid con siete y Andalucía con cinco son las comunidades con mayor número de estos establecimientos.
No obstante, el empuje que las instituciones quieren darle a esta tecnología apunta a que cada vez habrá más vehículos y estaciones para repostar. Algunas estimaciones
El GLP en el mundo y España
En la actualidad, se calcula que unos 13 millones de coches utilizan GLP en todo el mundo. Europa es uno de los lugares que más ha generalizado su uso, con siete millones de vehículos y más de 33.000 estaciones de servicio. Además, es el carburante de más de 1.500 autobuses urbanos en 25 ciudades europeas. Italia es el país que más ha apostado por esta tecnología: se estima que un millón y medio de coches repostan GLP en las más de dos mil estaciones de servicio habilitadas para ello.
En España, el GLP se comenzó a utilizar en los años 70, en plena crisis del petróleo, como una manera de diversificar las fuentes energéticas. No obstante, su uso se redujo a taxis y transportes públicos. En los últimos años, su implantación ha aumentado poco a poco. Desde 2003, la nueva fiscalidad para este producto permite su venta en condiciones competitivas. Por otra parte, el Plan de Acción 2008-2012 para el Ahorro y la Eficiencia Energética señala entre sus objetivos el apoyo al autogás.
Fuente: Consumer
En España, el GLP se comenzó a utilizar en los años 70, en plena crisis del petróleo, como una manera de diversificar las fuentes energéticas. No obstante, su uso se redujo a taxis y transportes públicos. En los últimos años, su implantación ha aumentado poco a poco. Desde 2003, la nueva fiscalidad para este producto permite su venta en condiciones competitivas. Por otra parte, el Plan de Acción 2008-2012 para el Ahorro y la Eficiencia Energética señala entre sus objetivos el apoyo al autogás.
Fuente: Consumer
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