lunes, 23 de noviembre de 2009

“Los niños NO son peligrosos, están en peligro.”


El ISEV, desde hace un tiempo viene proclamando que, “persiguiendo” al peatón transitamos un camino peligroso y, uno de los artículos a los que hace referencia tiene por protagonista un niño, a quien un fallo dictado por la Exma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala “B”, en los autos caratulados “C.R.A. c/ K.E.J. s/ daños y perjuicios”, atribuyó el 50% de la responsabilidad de un accidente de tránsito a un niño de seis años, por no haber cruzado la calle por la senda peatonal.

El fallo también hace una crítica a la actitud de los padres del menor y, al conductor del vehículo que soportó el 50% de la culpa restante.

De los fundamentos expuestos en uno de los votos, surge la idea de que en el tránsito, los niños deberían actuar como “adultos pequeños”, eso es lo que me provoca la lectura del párrafo que dice…”En consecuencia -tomando al menos el parámetro de un adulto- no se hizo lo que en iguales circunstancias de tiempo y lugar habría hecho alguien normalmente prudente y diligente (arts. 512 y 909, Código Civil)”.

Y quiero decirles a los señores jueces que integran la Sala “B” (Dres. Mauricio Mizrahi, Claudio Ramos Feijóo y Gerónimo Sansó) que, un niño de seis años NO PUEDE actuar como un adulto en el tránsito, no porque no quiera, sino porque determinadas cuestiones psicológicas y biológicas que posee, no se lo permiten.

De allí que, intentar aplicarles los parámetros del adulto, resulta un acto muy injusto, yo diría 100% injusto.

El niño, nace como un ser dependiente. Necesita del adulto para sobrevivir, para alimentarse, para abrigarse, para dar satisfacción a sus necesidades más elementales. Sin la presencia de un adulto, un niño no tendría posibilidades de vivir…por eso se nos hace tan complicado justificar aquellas acciones en donde los menores son abandonados.

En el tránsito, el niño comienza su vida como usuario de las vías públicas, en principio como peatón acompañado de un adulto, luego poco a poco, comienza a transitar por itinerarios simples (Ej.: casa – escuela) como peatón autónomo, también desarrollará otros roles como pasajero de vehículos y como conductor de bicicletas. Hay un proceso paulatino de aprendizaje que, respetando las limitaciones propias de la infancia, debemos acompañar, a efectos de generar en el niño el reconocimiento de los riesgos que implica la movilidad y, al mismo tiempo, provocar en él hábitos de comportamiento seguros.

A los seis años, el niño no está preparado para encarar los riesgos que implica la circulación vial, a continuación explicamos algunas razones:

El niño busca satisfacer sus necesidades, de ahí que, si tiene que ir en busca de la pelota que se le escapó, va a buscarla sin tener en cuenta los autos que circulan por la calzada. No le teme a la muerte, para él, las personas pueden morirse y al segundo siguiente, retornar a la vida, ya que así lo ve en los dibujitos, eso para él es real.

Cree que en compañía de un adulto estará seguro. Tiene ideas mágicas acerca de las cosas (los autos tienen ojos, pueden volar los semáforos….). Tiene instinto de imitación, imita al adulto, copia su comportamiento.

Antes de los 11 ó 12 años tiene dificultades para circular porque:

*Se dejan guiar por sus impulsos
*Tienen una gran necesidad de moverse (saltar, correr, etc.)
*El tránsito lo viven como algo muy complicado, tienen sensaciones de miedo y pánico
*Tienen un campo visual disminuido (hasta los 12 años sólo alcanzan los 110° grados de visión periférica)
*Tienen menor estatura lo cual les impide reconocer vehículos por encima de obstáculos.
*Tienen menor concentración, les cuesta prestar atención a un objeto y al mismo tiempo realizar otra acción.
*Un 30% de los niños de seis años, no pueden reconocer de donde provienen los sonidos.
*No pueden distinguir derecha de izquierda (aproximadamente no lo hacen un 58% de los niños de 6 años)
*No comprenden el vocabulario vial
*No tienen totalmente desarrollados su capacidad de análisis y abstracción….

No podemos esperar que un niño de un mes camine…no podemos esperar que un niño de seis años se comporte de manera segura en el tránsito, porque si eso es lo que estamos esperando, estaremos vulnerando su naturaleza humana…

La Convención del Niño, celebrada en 1989, nos habla acerca de los derechos inalienables que los niños tienen; fija cuatro principios fundamentales, entre los cuales se encuentran el derecho a la vida, la supervivencia y desarrollo; y el respeto por los puntos de vista del niño.

Creo que perdemos el punto de vista del niño, cuando lo simplificamos a la definición de “adulto pequeño”. El niño (mujer y varón) es un ser especial, con limitaciones específicas, propias del proceso evolutivo en que se encuentra. Si a los adultos nos resulta complicado hacernos cargo de los que nos toca, no podemos trasladar la tarea a nuestros niños…y si lo hacemos, no estaremos siendo justos con ellos, ni en términos del tránsito, ni en términos de la vida misma.


Dra. Marta Fernández
Consejera Directiva ISEV

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